Durante mucho tiempo la gente se sorprendía cuando, al preguntarme cómo me buscaban en facebook, yo les decía que no tenía una cuenta en Facebook: "¡¿Qué?! ¡¿Porqué?!".
Y es que una vez lo probé y me sorprendió mucho lo que revelaba sobre las personas que conocía: niñas dulces de quienes nunca escuché decir una mala palabra, expresándose como diría mi tío abuelo como carretoneras. Gente criticando groseramente las opiniones de sus "amigos"... en fin me sentí mal y lo cerré. Pero la sutil presión persistió: antes en mi correo de Hotmail recibía fotos, mensajes, saludos y de pronto mi bandeja empezó a estar vacía, vacía, vacía, cuando interrogaba a mis contactos sobre qué les había pasado y les pedía que no dejaran de enviarme fotos, su respuesta era: es que me resulta muy trabajoso enviarte las fotos solo a ti ¡Todo el mundo tiene facebook y ahí las ve! Si tú quieres verlas ya sabes qué hacer. Esa fue una razón por la que acabé abriendo mi cuenta de Facebook.
Otra razón, aún más importante, fue que mis hijos abrieron la suya. Al principio atendiendo nuestro consejo no tenían uno pero entonces los mismos maestros de la escuela les pidieron que tuvieran su cuenta de facebook pues por ahí revisarían tareas, etc. Obviamente una vez que contaron con una cuenta empezaron a llegar las solicitudes de amistad y de pronto ya tenían como amigos no solo a los actuales compañeros de la escuela sino también a ex-condiscipulos, amigos de amigos, amiguitos de la congregación... y yo no estaba a gusto sin saber con quien hablaban y de qué hablaban, así que abrí mi cuenta y así pude ver más de cerca lo que hacían. Como resultado de esto pude guiar a mi hija para que tomara mejores decisiones en cuanto a quienes contaba entre sus "amigos" y aconsejarles sobre las cosas que publicaban.
Una vez dentro vi cómo muchas personas con negocitos como yo aprovechaban este medio para promocionar sus productos y entonces empecé a publicar fotos de mis pasteles, galletas, etc.
Y yo también empecé a recibir solicitudes: antiguas compañeras de escuela con quienes mantenía poco contacto pero de quienes me dio gusto volver a tener noticias, miembros de la familia que viven lejos y otros que viven cerca, miembros de otras congregaciones que me conocían. Pero también recibí solicitudes de personas que si bien estuvieron en la misma generación de la escuela ni en aquel tiempo me hablaban y ahora menos ¿Porqué ahora me querían como amiga? Igualmente recibí solicitudes de personas que si bien es cierto que no tengo nada en contra de ellas y me parecen personas que pueden ser buenas asociaciones no eran amigos míos, apenas me conocían... ¿Cómo podrían entender las cosas que me pasaban o mi sentido del humor, o mis reflexiones si no me conocían realmente? Además me daría pena mostrarles mis fotos, uno no ve a una persona que pasa por la calle a la que no conoce y la invita a la sala a hojear álbumes de fotos familiares así como así, ¿Porqué habría de hacerlo ahora por facebook?
Pero rechazar esas solicitudes no era fácil, no quiero decir que cedí y acabé aceptándolos, no, "ignoré" las solicitudes pero eso me hacía sentir mal, muy mal, apenada. Pero es que se supone que eso de compartir fotos debe ser algo muy íntimo, muy personal.
Poco a poco ese sentimiento pasó y me enfrasqué en cargar fotos, hacer comentarios, ver los estados de mis amigos. Empecé a disfrutar de poner lo que hacía cada día y de ver cómo andaban los demás. Pero entonces pasó algo que nuevamente me hizo dudar de la eficacia de este modo de comunicarse:
Sucedió que en una convención encontré a una antigua amiga. No nos veíamos seguido pero yo le había conseguido trabajo cuando aún eramos solteras, nos acompañamos en nuestras bodas y nos visitamos cuando nuestros hijos nacieron, sabíamos que eramos amigas y nos queríamos pero no nos veíamos con frecuencia si bien cuando lo hacíamos siempre me daba mucho gusto verla. Así que era casi obvio que fuera de las primeras personas que incluí entre mis amistades pues ella ya tenía una cuenta de facebook para cuando yo abrí la mía, en ese momento pensé que ahora sí estaríamos más al tanto una de la otra. Pues sucede que coincidimos y tras saludarnos me dice que ha visto mis fotos y "esas cosas" que escribo. Y entonces me dice: "como eso que pusiste el otro día que te sentías mal o que te dolía la cabeza, es cómo dice C... (su esposo) que cada tontería que pone la gente como si a uno le importara, por eso a mi me tiene prohibido escribir nada, solo lo tengo para ver que ponen los demás, pero ya habrás notado que yo ni subo fotos ni escribo nada". Y sí, en ese momento caí en la cuenta de que efectivamente así era, nunca ponía nada, pero yo en mi inocencia faceboocera jamás me hubiera imaginado que tuviera esas razones. Me quedé ahí parada frente a ella sin saber qué decir. De forma cruda me acababa de decir que no le parecía relevante lo que me pasaba y que si bien supo de mi enfermedad (recaidas por mi fibromialgia) prefirió no exponerse a escribir algo y mejor no me hizo ningún comentario al respecto. Y era mi amiga. Mi amiga real creía yo. Pero si ella que me conocía de tanto tiempo pensaba eso de mí - que era una quejumbrosa o no sé, fue un tono burlón el que uso cuando dijo que me dolía la cabeza- ¿Qué podrían pensar los demás? Entonces no se trataba de ser franco y decir mi estado real? ¿No se suponía que esas personas que me pidieron que fuera su amiga estuvieran interesados en saber de mi? Y lo que más pena me causó es para mi comparable a que yo llamara a una amiga por teléfono y le dijera "me siento muy mal de salud y eso me deprime, necesito que me animes" y ella no dijera nada, solo se quedara ahí con el auricular en la oreja.
Obviamente llegando a casa la eliminé de mis amigos. Pero entonces me volví más observadora de cómo me trataban mis "amigos" en la vida real. Algunos ni siquiera me saludaban. Me veían con una actitud que parecía decir "somos amigos en otra dimensión, no en esta, aquí no nos conocemos", ¡Cómo podía ser eso!
Además como a mi me dolió enterarme de la indiferencia ante mis publicaciones, me sentía comprometida, por no decir obligada a leer lo que los demás escribían, y si lo consideraba pertinente expresar un comentario ya fuera para felicitar a alguien o animar a alguien. Pero eso me consumía mucho tiempo. Si no leía todas las actualizaciones me sentía como una traidora hacia los que me brindaron la confianza de que los leyera, y en la medida que mi lista de amigos crecía así también aumentaba el tiempo que esa tarea me tomaba.
Y otra cosa es que he notado que ante la facilidad de escribir en cualquier momento y en cualquier lugar la gente suele escribir las cosas que piensa como en una reacción inmediata, sin pensar, sin reflexionar en lo que les pasó, aún al calor de las emociones.... y eso con frecuencia implica que sean groseros, agresivos, insensibles. Y uno que los conoce como personas razonables y pacientes de pronto se encuentra con que en realidad no lo son tanto como pareciera.
No quiero decir que todo en el facebook es negativo, para nada. Gracias a él puedo seguir el crecimiento de mis sobrinitas y recibir palabras de ánimo de mi cuñada, a quien cada día siento menos lejos (ella vive en Europa) pues estamos en constante comunicación. He podido estar al pendiente de amiguitas que tuvieron que mudarse a otras tierras. Ha sido más fácil mostrar a todos las fotos de la última aventura familiar y estar al pendiente de salud de amigos y familiares, al tiempo que les daba a conocer nuestros propios dolores.
He descubierto con alegría que personas a las que creía conocer bien, encerraban dentro una todavía más bella personalidad. Me he encontrado con que comparto gustos, aficiones, metas con personas que no hubiera imaginado que fueran tan parecidas a mi. He podido descubrir a quienes comparten mi sentido peculiar del humor, a quienes les importa todavía la ortografía y a quienes les gusta como yo escribir y escribir.
Y esa es para mí la principal ventaja de mi blog: que me permite escribir y escribir y escribir. No tengo que limitarme a un cierto número de frases. Y quienes me leen lo hacen por elección, igual que yo he elegido a quien"seguir". Quienes escribimos en un blog - la mayoría supongo o al menos todos a los que yo leo- pensamos mucho en lo que vamos a poner en cada entrada. Cierto, tenemos emociones y las reflejamos pero no de la forma agresiva que a veces veo en el face. Tenemos y somos lectores y eso a la larga nos convierte en amigos. Pero el face nos pone en una terrible disyuntiva pues si no quiero que alguien lea lo que escribo o no me parece que tenga el tiempo de leer a tantas personas entonces no somos "amigos".
¿Cómo compaginar ambos? ¿Cómo disfrutarlos sin morir en el intento? Creo que uno necesita ser selectivo. Yo estoy seriamente pensando en conservar como face-amigos a aquellas personas a las difícilmente puedo ver en persona. A quienes viven cerca de mí o que puedo verlas con más frecuencia las puedo mantener actualizadas con una charla cara a cara en la que también podré saber cómo han estado. A aquellos que no me saludan en persona sino solo por face, también los pienso eliminar de mis listas y a los que ni en face son capaces de decirme algo animador con mayor razón.
A mis lectores de bloger les agradeceré si quieren tomarse un tiempo para leerme pero no espero que se sientan obligados a hacerlo. Tan solo plasmar lo que pienso es para mí una terapia así que si además alguien lo lee eso ya un extra y si además me dejan un comentario pues ¡Wow! Eso es aún más remunerador.
Para poder escribir esto me he quedado sin checar las actualizaciones de mi facebook pero me he sentido tan contenta escribiendo que creo que no me preocuparé tanto por hacerlo tan fielmente como hasta hoy.
Cariñitos.
Mary Tere